¿Cuál es el futuro de la movilidad en las ciudades?
Compartidas, conectadas, autónomas, activas y sostenibles. Así serán las urbes inteligentes en las próximas décadas.
La manera en que nos movemos en las ciudades está cambiando. Los patinetes, bicicletas, motos y coches eléctricos de carsharing son ya parte de nuestro paisaje. Sin duda, avanzamos hacia un nuevo modelo de movilidad. ¿Cómo se afianzará? ¿Qué papel jugará la tecnología? ¿Y la sostenibilidad?
Coches sí, pero eléctricos
En los próximos años se cree que el coche seguirá siendo el medio de transporte más utilizado, pero está cambiando la cultura de uso y se está tomando conciencia sobre la necesidad de un combustible sostenible.
De hecho, la movilidad urbana se está electrificando cada vez más, fomentada por los Gobiernos. El resultado es una mejora de la calidad del aire. Como ejemplo, iniciativas como “Ámsterdam eléctrica”, con medidas como aumentar de 400 puntos de recarga en 2011 a 4.000 en 2019 o brindar carga eléctrica gratuita a quienes no poseen en su aparcamiento.
Un estudio de Asepa (Asociación de Profesionales de Automoción) señala que el parque mundial de automóviles se duplicará en la década de los 30, desde los 1.000 millones de vehículos actuales a 2.000 millones. Y advierten: “La electrificación es una solución de amplio alcance a medio y largo plazo, pero en el corto plazo presenta retos y barreras importantes que imponen límites a la velocidad de crecimiento del uso de los vehículos eléctricos”.
Algunas de esas barreras que hay que superar son crear las infraestructuras de recarga necesaria, bajar los tiempos de recarga y la autonomía de las baterías. En estos aspectos se está trabajando y tarde o temprano la gran mayoría de los coches que veamos por las calles serán eléctricos.
Con todo, el informe prevé que en 2025 los vehículos eléctricos alcancen el 30-35 % de las ventas y que estas sean del 100 % en 2050.
Mejor compartidos
Otra de las tendencias de futuro es el aumento de la movilidad bajo demanda a través de los coches compartidos. Eso refleja el cambio cultural que se está produciendo en los consumidores, sobre todo más jóvenes: ya no se centran en la propiedad del coche, sino en el servicio.
Así triunfa en ciudades como Madrid el servicio de carsharing, donde a través de las aplicaciones podemos ubicar, reservar, abrir y utilizar un automóvil pagando por tiempo o kilómetro recorrido.
Otra propuesta en este sentido son las plataformas proveedoras de coches compartidos estacionarios, es decir, utilizar y devolver a su plaza de aparcamiento fija un coche tras el periodo de alquiler.
Se estima que este año se alcanzará en Europa la cifra de 15 millones de coches compartidos.
Conectividad total y conducción autónoma
El internet de las cosas (IoT), la inteligencia artificial y otras tecnologías digitales están siendo utilizados en el desarrollo de las ciudades inteligentes que permitirán conectar todos los vehículos que circulan por una ciudad y transferir ese conocimiento para ser capaces de tomar decisiones en tiempo real.
Para que esto sea una realidad, es necesario apostar por el desarrollo de plataformas digitales y la universalización de la conectividad 5G. Esto se halla muy ligado a otra tendencia en la movilidad del futuro: la conducción autónoma, para muchos la gran alternativa para la movilidad de mercancías. Esto también va encaminado a solucionar una de las grandes asignaturas pendientes: aliviar el tráfico en las ciudades.
Movilidad activa
Justamente, reducir el tráfico y aliviar la congestión de las ciudades es el objetivo de esta tendencia de movilidad activa, es decir, el uso de medios de transporte que requieran un esfuerzo físico, como caminar, bicicleta, patinete, etc. Ello, sumado al uso del transporte público, permitiría reducir no solo la congestión de las ciudades, sino también la contaminación y la accidentalidad.
En este sentido, es necesario ahondar en un cambio cultural para modificar esa preferencia del uso del coche frente al transporte público o el activo. Con todo, estamos viviendo un momento único en movilidad que nos hace vislumbrar cómo serán nuestras ciudades en el futuro.