Internet de las Cosas
¿Te imaginas que recibes una notificación avisándote de que te has dejado abierto el grifo del agua caliente? ¿O que tienes un mensaje informándote de que tu nevera está vacía y facilitándote la lista de la compra o incluso es capaz de enviar automáticamente la orden de compra online a tu supermercado de confianza? Pues esta interconexión digital de objetos cotidianos con Internet ya es una realidad. Se trata del Internet de las Cosas.
Un término muy amplio que se originó con la idea de conectar sensores a la red con ordenadores que procesaban los datos entrantes y actuaran en consecuencia. Las primeras aplicaciones eran termómetros y sensores de presión de aire en estaciones meteorológicas o medidores de presión de agua en tuberías. Lo que se conoce como máquina a máquina (M2M por sus siglas en inglés), y cuyo significado se ha ampliado abarcando también la tecnología de consumo.
Pero este es solo el primer paso de lo que está por llegar. Los expertos hablan de la segunda revolución digital. Además de la gestión eficiente de numerosos aparatos del hogar (frigoríficos, cerraduras, control de música, cortinas o lámparas) por parte de personas y por dispositivos, la automatización también se está aplicando a otros campos como el de la salud, la industria, la seguridad, la agricultura o la educación.
Sus beneficios
La conectividad de dispositivos y máquinas inteligentes significa un ahorro de procesos y una mayor eficacia. Además, será muy provechoso para la medicina, que hará posible que los médicos puedan disponer de información útil y en tiempo real, lo que les ayudará a monitorizar la evolución del paciente para poder recetar tratamientos personalizados aunque estén a muchos kilómetros de distancia. De hecho, ya existen biosensores en pulseras, relojes inteligentes o camisetas, capaces de monitorizar nuestro estado de salud (frecuencia respiratoria, ritmo cardíaco, temperatura corporal, nivel de estrés o fases del sueño).
En un futuro no muy lejano habrá más cosas conectadas en el ciberespacio que personas teniendo en cuenta que cada uno de nosotros está rodeado de al menos mil objetos. Actualmente, solo el 1% de los objetos cotidianos están automatizados. Los expertos calculan que para el año 2020 habrá unos 30.000 millones de objetos conectados a Internet en todo el mundo generando un volumen de negocio de 10 billones de dólares.
Pero la realidad es que no todos los países cuentan con las condiciones necesarias para adaptarse al Internet de las Cosas, según un informe de Accenture. Estados Unidos, Suiza, los países nórdicos y Holanda son los más avanzados, mientras que Italia, España, Rusia, India y Brasil están a la cola. Para la adopción de nuevas tecnologías son necesarias nuevas infraestructuras, conocimientos y el soporte de instituciones. Un camino largo todavía por recorrer.
Regulación necesaria
No cabe duda de que será imprescindible la autorregulación de las compañías comprometiéndose a no utilizar más datos sobre nuestra vida privada que los estrictamente necesarios. Por ello, cada país necesitará una legislación específica para regular el Internet de las Cosas.
No se trata de reemplazar a las personas por máquinas. El Internet de las Cosas va más allá. La idea es que las máquinas simplifiquen, aceleren y mejoren tanto los procesos industriales como nuestra vida cotidiana. El futuro ya está aquí.